a través de la savia de los pellines,
pinos y canelos.
Yo me empapé de lunas y desafié
tormentas
me mezclé con los vientos
y bajé por el valle,
para lavar mi cuerpo en el fondo del río,
y emergí de la hondura
con mi estructura grande,
mi frente lavada
y mi cabello liso.
Anduve por los campos donde el trigo
crecía para esperar la espiga,
cuando el sol de la tarde
la entregaba madura;
y vi cuando la piedra redonda del molino
trituraba los granos,
para que allá en la ruca
se convirtiera en pan
para viejos y niños.
¡Soy araucano!
y voy recordando el pasado
olvidando los límites
que me pone el presente,
porque en la que fue la tierra de mi ayer,
mi patria, mi montaña, mis ríos,
no encuentro mi horizonte.
¿Por qué quemaron mis pastizales
y todas mis ilusiones
con promesas fallidas?.
Hoy el viento me canta
con notas que agonizan
la canción que el tiempo le robó
a mi niñez.
siento como un lloro
que se alarga al infinito,
pues sé que nada
me traerá mi ayer; pero
¡Soy araucano!, sí,
aunque me quieran
blanco y me enseñen inglés…
¡Soy araucano!
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