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jueves, 17 de marzo de 2011

SONETO A MI MADRE



Correr, decirle al sol que la ilumine
y pedirle a la tarde que no calle.
Añadir a la cucarda algún detalle
y mandársela con rubios serafines.

Vería erguirse su menguado talle
abrir la puerta al llanto que le oprime,
lamento suyo que en mi frente imprime
un sueño blanco que quedó en el  valle.

Le llevaré ese pequeño regocijo
como dulce ondular de mil campanas
a la que desde niña me bendijo.

Hoy recuerdo del pasado esas mañanas
cuando ella era la miel para sus hijos,
cuando era brisa y sol en mi ventana.

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