De las vertientes de mi loca fantasía
caen los versos cual tímida cascada
para nutrir de humedad mi alma, que ansía
dejar de ser erial, o apenas nada.
En el murmullo de las ondas, tal vez breve
boga la noche augurando una sonrisa
es música de timbales, canto leve
que a la vera de mi calle se desliza.
Alma, no duelas, danza, ríe y canta,
que los versos como en arpa de oro
se trocarán en ritmo y melodía.
Mira el cóndor, en la cumbre se agiganta
cuando escucha de los ángeles el coro
y en lo alto anida cuando muere el día.
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