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jueves, 17 de marzo de 2011

NIÑA DEL SIGLO VEINTE,

                                 
                                                   (  MOLDEADA EN LOS ENSUEÑOS)

Entre finas cascadas lavaste el delantal,
secó el aire tu blusa,  y yo besé tu pelo
entre una cinta rosa  y un peine de coral.

Tu risa cantarina,  ¡mi cascabel de nácar!
Mi dulce amor, antiguo, mi novia, ¿dónde fue?
“Pienso, que sin pudor, andarás,  descuidada.
 No entiendo lo que dices y  ¿dónde estás? No sé.

La frente luminosa, lleva un sudor extraño
que baja por tu cuello y recorriendo va
a perderse en tu cintura.  Saltando por los años.
Quizás, hacia el comienzo de un incierto final”.

Niña del siglo veinte. No sabes cómo añoro
tu andar despreocupado, tus sencillos afanes,
tu pelo sin tintura, tu hablar que aún adoro,
y tu belleza clara; ¿Por qué  hoy los cambiaste?

ARICA


ARICA   I

De mis pasares, tutelar aroma
me esparció al corazón gotas serenas,
cuando tu mar, esquivando mis dolores
abrió a mi angustia surcos en la arena arena.

Tus calles recogieron mis risueñas
e inventadas alegrías, mis anhelos;
más yo sabía que,  para  quien sueña
en más de un despertar hay desconsuelo.

Busqué a la dicha en mis delgadas brechas
y he repensado ¿qué tuve a bajo precio?
en tan largos andares por tu estrecha
y soleada simetría del desprecio.

Pude admirar cada día tus cucardas,
la brisa, el sol colgando en el poniente.
Hoy todo se me encoge, cuando tardas
en lavar el rencor, que mi alma siente.

En este otoño, en que las hojas visten
de acuarelas doradas el paisaje,
lejos de ti, intento hallar lo que me diste
y mis versos son el único bagaje.

ARICA II, "LEJOS DE TI"

Allá quedaron amigos, inolvidables,
¡Cuán valiosos! los que oyeron mis cantares
y le pusieron acentos admirables
a mis horas de quietud, crepusculares.

Convirtiéronse,  en aves voladoras
mis ingenuas, doradas fantasías.
Y mi humilde proyecto de escritora
buscó arterias de nuevas osadías.

Mis temores comenzaron transitando
la esperanzada vía de quien siente
que no es susurro el verso, si cantando
sale del labio, genial, lumbre creciente.

Fe, alto y seguro capital que me impulsaba
a abrir las llaves oxidadas de los sueños.
Horadando noches, curvas y alboradas
para hallar brillo de nácar en mi empeño.

No hubiera sido, sin la presta ayuda
que da el amigo fiel y verdadero.
Ellos me dieron, la pauta que sin duda
me impulsó a caminar por sus  senderos.
***


ARICA III

 “RETORNO AL SUR”

¿Sabes, Arica,  que cerré mi puerta?
y vine silenciosa de retorno.
Hoy la lluvia y el frío me cobijan,
y el abrazo  embrujador de tus entornos.

Fui para ti, en un tiempo, enamorada
de tu cielo, tu mar, tus playas suaves;
Y, cuándo tu saña mis anhelos sepultaba
quise arrancarme lejos por no odiarte

Mas la voz de los que amo va conmigo
por los anchos confines  de estos predios.
No volveré a mendigarte lo que es mío
si en tus esquinas se esconde lo perverso.

Antes fue mi canción halagadora,
como fue mi cariño leal y cierto.
Irá con migo lo que mi alma añora
y en ti, riendo, algún disfraz malevo

“LOS NIÑOS QUE NO FUERON”

Igual que telarañas luminosas
bordadas entre  un cielo de zafiro.
pasean por el éter, dolorosas
las almas, de los que iban a ser niños.

Entre tantos millones no nacidos.
Aves  ciegas,  errantes en la nada.
Hubo muchos,  esperados con cariño.
Y ni el amor pudo salvarles la llegada.

Como en las hojas el rocío se resbala,
fueron cayendo a los huecos uterinos.
Cálido albergue, seno, mar en calma
con agua santa, era el blando nido.

Todos traían escondidas las sonrisas.
Escondidos los dones y las ciencias.
Cuántos vendrían cargando las premisas
para limpiar el mundo de inconsciencia.

Cuerpos que no llegaron a ser tales.
Rosas robadas antes de ser rosas.
Pétalos rotos esparcidos en eriales.
Almas de madres buscarán llorosas..
             
Las lágrimas de quienes los lloraron
rodaron a la fosa del olvido.
El dolor de las llagas que quedaron
irá llenando, en secreto, un gran vacío.

(“Aborto” es todo lo indigno y despreciable. Un mal que ampara y tutela la inconsciencia.       Primer peldaño destructor de lo aceptable.Fuego infernal que derrite la conciencia.)

CUANDO VIENEN LOS RECUERDOS

Cuando doña nostalgia,  aparece, de visita
nos vienen los recuerdos,  y parecen livianos.
Son arpegios  antiguos, son un llanto de lira
que altera la quietud del corazón humano.

Ahogamos los suspiros, nos mostramos serenos
Mas, brota en la pupila un velo de humedad.
Saturados de tanto luchar y hacernos buenos;
la sal de los recuerdos  configura la paz.

Una quietud distante  nos trae, suavemente
entre leves rumores, las cosas olvidadas.
Van surgiendo las sombras de anhelos vehementes
que de entre fieras luchas, cayeron a la nada.

Mariposa halagüeña, nos vuela al lado y deja
entrever en sus alas, brillando, el oropel.
El ritmo de sus giros no ha borrado las quejas
que están en la memoria, tan vivas como ayer.

Buscamos los juguetes que no nos regalaron;
ingresamos al parque de rosas y retamas.
Subimos al columpio del roble milenario;
algo sorprende, cantan, dos mirlos, en la rama.

Allá la austera casa, tan cálida y tan llena
de calor y de risas,  de frutos y de pan.
Paseamos por el patio, floridas azucenas
saludan con su aroma; después, ya no estarán.

Desde la chimenea no llegan los inviernos,
tiritamos de frío, como si fuera ayer.
Nos envuelven olores del pan que está en el horno,
la cazuela de pava, el mote, y rubia,  miel.

¡Ah!  y los romances  ¡Qué romances aquéllos!
¡Cómo se amaba entonces! También me enamoré.
Él pedía permiso, para entrar en los bellos
sentimientos de niña,  que ansiaba ser mujer.

Y sucedía, a veces, que jamás se encontraban,
pero el amor viajaba por blancas estaciones,
crecía iluminado, los besos se inventaban
y no escuchaban nunca latir sus corazones.

Poco ha poco ha llegado  el invierno a las vidas.
Cada cual con su sino en otro puerto ancló.
Seguirán recordando, como otros, esos días.
“Inventando el romance que nunca se vivió”.

QUIETUD



Miro al sol que se esconde en el cerro
y nos muestra un jardín de arreboles
en lo alto la luna y su espejo
nos alumbra con suaves fulgores.
Miro al sauce llorón que a esta hora
de sus hojas aquieta el murmullo
y las aves que acuna en su fronda
van durmiéndose en cálido arrullo.
La pastora guardó la majada
no se escucha el cantar del cencerro
el cordero se oculta mirando
las orejas enhiestas de un perro.
Cautelosas al agua del río
van bajando los rayos de luna
cual espejo que mecen sus ondas
y se roba las flores de espuma.
El labriego  ha guardado su arado
y se arrima al calor de los leños
con los ojos serenos, cansados
dulcemente se envuelve de ensueños.
Florecieron estrellas y luna
de las sombras que invaden el cielo
para el niño que duerme en la cuna
un rayito hizo nido en su pelo.
Todo es paz, todo duerme en el campo
y las almas liberan su efluvio
bendiciones envía entre tanto
Dios a todo el que duerme a su arrullo.

DE NIÑA A MUJER



No vi caer la rosa que estaba en tu ventana
y desprendida “entró” para adornar tu alcoba,
dando luz a tu rostro, con frescura lozana
al prenderse en tu pelo, blondo, color caoba.

Hermosa, inteligente, regia como ninguna,
el que sea tu dueño, ha de ser virtuoso,
serás como esas diosas besadas por la luna
a quienes las estrellas les bordan el rebozo.

Porque eres la niña de cándida sonrisa,
de espléndida figura y firme rectitud,
Eres una vertiente de agua clara, y la brisa
te envuelve cada día en toda su amplitud.

Eres la adolescencia, el centro, la ternura
y las ansias ocultas, de ser pronto mujer,
ignoras de las calles cada esquina oscura
por donde va la vida, y es tan fácil caer.

Por eso ve despierta, habrás de erguirte siempre
Mientras más camines, más cerca estará el suelo.
Quién  pronto se levanta es quien mejor aprende
y si te hallas caída, no olvides, ¡mira al cielo!.

Que ha de ser la cobija que cubra tus insomnios
y un lucero, brillante, faro regio y pulido
te alumbrará la cara, ahuyentará demonios,
y hará venir a un ángel a cantar a tu lado.

La vida es como un mapa, tan llena de caprichos
de llanos, de recodos, la cumbre y la ensenada,
te invita a regio puerto, allá te esperan nichos,
quieres volver, no puedes, hasta llorar es nada.

Camina con cuidado, que la mentira impera,
abundan espejismos y tronos de papel,
hay príncipes de mármol en palacios de cera
y un payaso que ríe es asesino cruel.

He de ir por tus caminos, aunque nunca me veas.
Vigilando tus pasos, tus sueños, tus anhelos;
en las soleadas playas, do estés, a las mareas
las volveré de seda, jugando con tu pelo.

Y has de sentir mis manos lavando tu cintura.
Se acercarán los niños llevándote el bullicio
te besarán la cara, regalarán ternura
de ellos, que no mienten, extraerás el juicio.

Y cuando encuentres la estación dorada
donde te espera tu elegido dueño;
marcha segura, serás muy amada,
el amor distingue, siempre lo que es bueno.

NO QUEDABA NADA



Me invitaron a volver a aquel entorno
con su soberbio matiz de primavera.
Es ya tarde, no podría ni siquiera,
encontrarme en la brecha del retorno.

Nadie vino a esperarme cerca al río,
no hay maqui, ni chilcos en la orilla
nada de pilos con flores amarillas
se borró todo el paisaje que “era mío”.

Huyó la fronda que ocultó los raudales
solo hay un mapa dibujado en hilos de agua,
murió el Lleuque, el Maitén y la Patagua,
alguien dijo: ¡los designios son fatales!.

¿Qué del aprisco? ¡No queda ya rebaño!
¿El fontanar? ¡También, desaparecido!
Mi ribera no existe, se ha perdido…
Todo vestigio, lo borraron los años.

Vi a la última alondra, en vuelo triste,
hace mucho que murieron los jardines,
nunca más hubo aromas de jazmines
ni una señal que diga “sí estuviste”.

Hoy no importan las noches azuladas
o que la luna se esconda en el poniente,
nadie espera la cobriza luz de oriente
desde el sol, tras el solaz de las veladas.

Los pequeños no conocen los trigales,
ni sabrán que las espigas son doradas,
como rayos desprendidos de alboradas
cuyos destellos jugaban en los canales.

No hay vitrolas, ni se oyen habaneras
las llevó el viento en la paja, de los trigos
algarabía que aventaban los amigos
de linda trilla, a yegua, en la era.

Fue la risa, gesto de amor y de alegrías
que en los labios sonaban como un canto.
Hoy ¡qué poco reímos! Y entre tanto
dispersos, yacen los sueños que existían.

CARTA A MI HIJA



¡Hija!, ¡hija de mi vientre y alma!
mientras la noche te duerme
con su silencio y su calma,
yo vuelco tu historia en versos
que tu has de leer mañana.
Llueve como aquel invierno
la noche en que te esperaba,
ladran los perros de lejos,
la noche sigue callada.

¡Como han pasado los años!
y yo, con mis añoranzas
tu mal no es mal que haga daño,
tormentas traen bonanzas.
¡Duerme mi niña! tranquila,
mientras yo escribo esta carta.
Era como hoy, invierno
con lluvia de madrugada
afuera arreciaba el viento,
yo a Dios con fervor clamaba;
¡dame fuerzas ¡Padre eterno!
¡para que mi niña nazca!
¡Naciste, tu piel enrojecida
entre el sudor y mis lágrimas
yo me tocaba el vientre
que llevó tan linda carga.
Tus manos,
madreselvas pequeñitas
ya las sentía en mi cara
y te acurruqué a mi seno
tanto como te adoraba.
Te di con mis pechos leche
que tu con hambre mamabas,
Cuando abrías los ojitos
se iba a mi alma tu mirada.
Asomó la primavera
entre laureles y malvas,
con amapolas silvestres
que se abrían de mañana.
Te enseñé a andar con mis manos
¡como me regocijaba!
y un día partiste sola
vestida de colegiala.
Ibas creciendo mi niña
y mi amor se agigantaba,
pero empezaba ese viaje
lentamente hacia el mañana,
en el que mi amor de madre
de ilusiones se llenaba.
La vida te abrió una puerta
para que tu la pasaras
y yo te tracé un camino
para que por el viajaras…

Fue como un mar tu existencia
y muchos puertos te esperaban.
Yo era el timón de tu barca,
tu me dejabas guiarla.
La niña quedó olvidada
en algún puerto lejano
con una cinta en el pelo
jugando el viento en su falda.
Y en otro puerto del tiempo
la adolescencia esperaba
vestida de rosas suaves
y de inquietud coronada.
Tu barca arribó temprano
¡que corta fue la pasada!
te me fuiste mas adentro
borrando tu huella el agua.
Se perdió tu estrella
en los puertos de mi esperanza
y no pudo anclar en ellos
tu barquilla destrozada.
En tu mar había escollos
hacia ellos fue tu barca.
No pudo salvarla a tiempo
timón ni quien la guiaba.
Pero pasará el invierno,
tu mar dormirá sus aguas,
vendrán auroras brillantes,
otro puerto y otra barca.
¿Duerme ni mina tranquila!
mientras yo escribo esta carta.
La casa está desolada,
desolada está mi alma,
mi hija ha crecido mucho,
con ella sus esperanzas
y fue por otro camino
distinto al que yo trazara.
Pero la estoy esperando,
llorando y secando lágrimas,
ha de volver cualquier noche,
o en cualquiera madrugada.
¡Regresó mi pequeña!
¡qué pálida está su cara!
¿está llorando por dentro?
¿tiene las manos heladas?.
¡Pero ha vuelto! eso es todo,
lo demás no importa nada.
¿Si  ha tropezado o caído?
soy madre y voy a cuidarla,
la casa se tornó alegre
es su puerto y es su barca
varada en aguas tranquilas
navegando en esperanzas.
Su cara de niña triste
volvió a reír de bonanza.
Lleva en su vientre de luna,
como un tesoro su carga.
¡Sí! mi hija va a ser madre,
madre de cara rosada
y habrá de acunar a un niño
lucerito de su alma
que le mamará los pechos
como ella a mi me mamaba,
y habrá de darle tanto amor
como yo le daba.
¡Que Dios te guarde!
¡hija mía!
¡guarde tu hijo y tu alma!
Benditas serán tus manos
cuando le cuides mañana.
No llores si estas solita,
¡mira! el padre no hace falta,
la madre lo abarca todo
con sus manos y su falda.
¡Despierta!

LA NACENCIA


Jugabas como niña sobre el pasto
bordado con las gotas del rocío.
Cómo enredabas flores del verano
en la tela, sutil, de tu vestido.

Te fuiste, saltando hacia el aroyo
sobre las piedras, con tus pies descalzos,
un ave que miraba entre las ramas
huyó de envidia por la gracia de tus pasos.

El agua empapó tu vestidura
dibujando tu vientre ¡Qué bonito!
Te abracé, y besé hasta tu alma, pura,
y de mi pecho se escapó un suspiro.

Juré una y otra vez que te quería.
Eras mi esposa, ¡ibas a darme un hijo!
En el árbol las hojas se mecían
con  el viento en la fronda, de hito en hito.

En el hogar, cantando, mi adorada
acunaba la ilusión de nuestro niño.
¡Cómo no, si en su vientre palpitaba,
si estaba dentro de ella, entero, vivo!

Cumplido el plazo, una noche, antes del alba
solos los tres en nuestro amado nido,
un grito largo le salió del alma.
Desde su cuerpo brotó un tibio río...

sobre las sábanas cayeron rosas rojas,
que al tocarlas tiñéronme los dedos.
En medio del prodigio y la congoja
grité, llamando a los claros mañaneros.

Miré hacia arriba, y oré a mi Dios, contrito.
¡Imploro Señor!  ¡Por tu clemencia!!!
Ella, se estremeció con un gemido.
Entre  sangre y sudor, vi la nacencia...

De rodillas recibí a mi niño.
¡Hijito de los dos!  ¡De ella y mío!
Le arropé cuidadoso, en el cobijo,
el ambiente, en la estancia estaba frío.

Me acerqué, mudé a la madre de mi niño
y le rogué que dijera unas palabras...
Cualquier cosa, ¡el hijo, es lindo!!!...
Ya lo pondre´con tigo, tú lo abrazas.

Me pareció que estaban entumidos
y fui por algo caliente a la cocina,
una agüita de menta, pa´l chiquillo,
a ella, caldo "sabroso" de gallina.

La insensatez fue yunta de mi orgullo
"Pude creer que el mármol se comía"
A mis dos amores ¿Pude darle arrullo?
Cuando ninguno, de los dos, vivía...

¡Sol que ayer me negaste el reverbero!
¡Hasta la noche me escondió la luna
para robarme todo lo que Quero,
lo más amado, mi mayor fortuna!!!

Vana, fuiste, plenitud de un medio día.
Vanos  los sueños que hilvané despierto.
¿Cómo no me di cuenta que morían?
¡Cómo pude vivir!  ¿viéndolos muertos?

Ahora es invierno, mañanitas camperas
que ven sentada la amargura en mi existencia.
Las alegrías se volvieron extranjeras
como esa noche, la divina providencia.

He continuado aquí, aunque ya no admiro
la soberbia hermosura en la floresta.
En las tardes umbrías, mis suspiros
van y vuelven en busca de respuesta.

Aun vivo igual que ayer, cercano al río,
cuidando rosas y geranios rojos
para hermosear la morada de "los míos"
que irán bebiendo las aguadas de mis ojos.